lunes, 31 de octubre de 2011
Carlomagno se rodeó en su palacio imperial de algunos de los grandes sabios de la época, como Alcuino de York, un monje del norte de Inglaterra. Creó además la Academia, formada por un círculo de eruditos que comentaban versos y otros escritos.
Carlomagno necesitaba personas formadas para que se ocuparan de la administración de justicia y del registro de los ingresos y los gastos del imperio. Por eso, para que se aprendiera la gramática y la escritura, se preocupó de crear escuelas en el interior de las catedrales y los monasterios.
Los monjes copiaban los libros a mano en los monasterios y los adornaban con bellas y minuciosas ilustraciones, llamadas miniaturas. Se reproducían las obras de los clásicos, sobre todo de los romanos. Para realizar esta labor fue muy importante el perfeccionamiento de la escritura a través de un nuevo tipo de letra, la minúscula carolina, cuya lectura era más fácil.
Quedan escasos restos de la arquitectura carolingia. Carlomagno estableció la capital en la ciudad de Aquisgrán, donde construyó un palacio digno de un emperador. De todo el conjunto del palacio solo se conserva la capilla palatina, donde se situó el trono del emperador.
Observa las fotografías, el texto es para tu profe: