viernes, 24 de julio de 2009
A partir del siglo XII los Reyes, poco a poco, fortalecieron su poder y extendieron sus territorios. Como la economía mejoró, los Reyes recaudaron más impuestos. Con los ingresos, los monarcas crearon ejércitos propios e impusieron, mediante la fuerza o el acuerdo, la obediencia a muchos señores feudales.
También fortalecieron la administración de su reino, y contrataron a juristas y expertos formados en las universidades de la ciudades más importantes. Estos juristas fomentaron la restauración del derecho romano, que otorgaba mucho más poder al rey que el derecho tradicional, que combinaba la costumbre con algunos elementos germanos y romanos.
Los reyes se valieron de las cada vez más poderosas ciudades para arrebatar parte del poder a la nobleza. Así, concedieron cartas de libertades y privilegios a las ciudades, por las cuales las ciudades quedaban libres de cualquier dependencia feudal. A cambio, los habitantes de las ciudades apoyaron al rey en contra de los señores feudales.
La creación de los Parlamentos
A finales del siglo XII y durante el siglo XIII de los reyes europeos comenzaron a convocar Cortes o parlamentos, muy diferentes a los parlamentos actuales.
En los parlamentos medievales sólo estaban representados el rey, los nobles, los clérigos y los gobernantes de las ciudades. Con la convocatoria de estas asambleas los reyes pretendían rebajar el poder de la nobleza contando con el apoyo de las ciudades.
Se reunían únicamente cuando el rey lo considera oportuno, y sus funciones principales era restablecer los impuestos o aprobar gastos extraordinarios para sufragar las guerras. Su convocatoria dependía generalmente de nuevas necesidades económicas por parte de los reyes.
Los parlamentos tenían diferentes grados de poder según los reinos. En algunos, como Castilla, el parlamento se limitaba a aprobar o negar lo que pedía el monarca. Pero en otros, como Aragón, el parlamento alcanzó un gran poder y el rey debía pedir permiso para llevar a cabo muchas de sus tareas de gobierno.
También fortalecieron la administración de su reino, y contrataron a juristas y expertos formados en las universidades de la ciudades más importantes. Estos juristas fomentaron la restauración del derecho romano, que otorgaba mucho más poder al rey que el derecho tradicional, que combinaba la costumbre con algunos elementos germanos y romanos.
Los reyes se valieron de las cada vez más poderosas ciudades para arrebatar parte del poder a la nobleza. Así, concedieron cartas de libertades y privilegios a las ciudades, por las cuales las ciudades quedaban libres de cualquier dependencia feudal. A cambio, los habitantes de las ciudades apoyaron al rey en contra de los señores feudales.
La creación de los Parlamentos
A finales del siglo XII y durante el siglo XIII de los reyes europeos comenzaron a convocar Cortes o parlamentos, muy diferentes a los parlamentos actuales.
En los parlamentos medievales sólo estaban representados el rey, los nobles, los clérigos y los gobernantes de las ciudades. Con la convocatoria de estas asambleas los reyes pretendían rebajar el poder de la nobleza contando con el apoyo de las ciudades.
Se reunían únicamente cuando el rey lo considera oportuno, y sus funciones principales era restablecer los impuestos o aprobar gastos extraordinarios para sufragar las guerras. Su convocatoria dependía generalmente de nuevas necesidades económicas por parte de los reyes.
Los parlamentos tenían diferentes grados de poder según los reinos. En algunos, como Castilla, el parlamento se limitaba a aprobar o negar lo que pedía el monarca. Pero en otros, como Aragón, el parlamento alcanzó un gran poder y el rey debía pedir permiso para llevar a cabo muchas de sus tareas de gobierno.
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