Entre los 14 puntos del presidente Wilson se encontraba el establecimiento de un asamblea en la que pudiesen participar todos los estados del mundo.
Alentada por esa idea, nacía en la Conferencia de París de 1919, la Sociedad de Naciones (SDN). Contaba entre sus objetivos garantizar la paz y el concierto internacional, así como fomentar la cooperación y el desarrollo social y cultural.
Sus ideales fueron:
1- Respeto a la independencia política y la integridad territorial de los países miembros.
2- Las diferencias entre estados deberían solventarse de forma pacífica, acogiéndose al derecho internacional.
3- Imponer sanciones, aunque carecía de fuewrza militar.
La sede de la SDN se estableció en Ginebra (Suiza). Inicialmente integraron la organización 45 estados que constituían la Asamblea General (reunida anualmente) y que estaba facultada para admitir nuevos miembros o expulsar a los que incumplieran las normas.
Dentro de su organigrama, además de la Asamblea General, destacaba el
Consejo, compuesto por 4 miembros
permanentes (Reino Unido, Francia, Italia y Japón) y 4
temporales, cuyas reuniones se celebrarían cada dos años. Como organismo asociado tenía al
Tribunal Internacional de la Haya.
La
Sociedad de Naciones consiguió algunos éxitos en su labor, ayudó a solventar pacíficamente algunos conflictos en el período inmediato de posguerra y tuvo su apogeo en el período 1924-1929 (
Tratado de Locarno, 1925, Ingreso de Alemania en la Sociedad, 1926,
Pacto Briand-Kellogg, 1928), sin embargo, cuando la situación internacional se enturbió tras la depresión de 1929, la
Sociedad de Naciones se mostró totalmente incapaz de mantener la paz.
La efectividad de la SDN quedó limitada por varios motivos:
1- Ni EE.UU ni la URSS, ni Alemania quedaron incluidos.
2- Limitada capacidad para decidir los asuntos, ya que era necesario que los acuerdos se tomaran por unanimidad.
3- La inexistencia de medios eficientes para hacer cumplir las resoluciones adoptadas.
4- La falta de implicación de las potencias que la integraron.
Su principal fracaso radicó en no poder evitar el estallido de la II Guerra Mundial. Se disolvió en 1946, transfiriendo su patrimonio y competencias a la ONU, de la que fue su más inmediato precedente.
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