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Raúl Rodríguez.
2008

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AULAS Y UNIDADES DIDÁCTICAS

Trafalgar

sábado, 27 de septiembre de 2008


LA BATALLA DE TRAFALGAR






La batalla de Trafalgar supone el momento culminante de una amplia maniobra naval ideada por Napoleón Bonaparte y que pretendía alejar a la flota británica del Canal de la Mancha y derrotarla en el cabo Finisterre, favoreciendo así el desembarco del ejército francés en Inglaterra y la consiguiente invasión de la isla, plan que se encontraba en la mente del Emperador francés desde la ruptura de la precaria Paz de Amiens en 1802. Para ello contaba con el apoyo de sus aliados españoles, comandados por el Teniente General Federico Carlos Gravina. Sin embargo las pretensiones francesas fracasaron debido a la ineptitud del almirante Pierre de Villeneuve, que no fue capaz de derrotar a los ingleses en Finisterre y acabó contraviniendo las órdenes imperiales y replegándose con la flota combinada franco-española al Mediterráneo, a la bahía de Cádiz.



Esquema de la Batalla

Amarrada la flota en Cádiz, Villeneuve contempló impasible cómo los navíos ingleses de Collingwood, Calder, Bikerton y el mismo Nelson se concentraban en las cercanías del puerto gaditano sin hacer nada por impedirlo, ante la desesperación de sus aliados españoles. Sabido esto por Napoleón, el emperador decidió sustituir al inepto almirante francés que tuvo noticia de ello y convocó apresurada y urgentemente a su Estado Mayor en una tumultuosa reunión en la cual los españoles (Gravina, Álava, Escaño, Hidalgo de Cisneros, Churruca y Alcalá Galiano) recomendaron a Villeneuve, Magon y Dumanoir no enfrentarse a los ingleses (que incluso habían enviado a Inglaterra de nuevo a Bikerton y Calder, quedándose solos Nelson y Collingwood con 29 navíos) ante las dificultades técnicas y meteorológicas que se avecinaban. Todo fue en vano: ante las advertencias españolas (“Los barómetros descienden”) el almirante francés no dio su brazo a torcer (“¡Aquí lo único que desciende es el valor!”) y al amanecer del día 19 de octubre de 1805 la Armada combinada abandonó el puerto de Cádiz y se hizo a la mar.



Zona de la Batalla





El Santísima Trinidad


La flota franco-española estaba compuesta por una larga línea de 33 barcos, 18 franceses y 15 españoles entre los que se encontraba el Santísima Trinidad, el navío de línea más grande del mundo en su época, comandado por el capitán Hidalgo de Cisneros, con cuatro puentes y más de 140 cañones de gran calibre. Dirigida por Villeneuve desde el navío francés Bucentaure, la flota combinada superaba en número y en potencia de fuego a los 29 buques ingleses. Pero mientras las tripulaciones hispano-francesas estaban formadas por reclutas forzados y sin apenas experiencia, los británicos eran diestros marinos que llevaban dos años de campaña naval, profesionales capaces de disparar una pieza de artillería en poco más de un minuto (los aliados tardaban entre tres y cuatro minutos por andanada), bien pagados e insuperables en disciplina, capacidad de maniobra y poder destructor. Además estaban dirigidos por un hombre cuya confianza en la victoria era inquebrantable (el navío de Nelson, buque insignia de la armada británica, era el Victory, mientras que Cuthbert Collingwood comandaba el Royal Sovereign). El almirante francés, por su parte, desoyó constantemente las recomendaciones de sus experimentados aliados hispanos y mostró desde el principio de la batalla una absoluta indecisión y un constante pesimismo. Villeneuve avistó la Armada de Nelson cerca del cabo Trafalgar y ordenó virar en redondo, de Sur a Norte, manteniendo la línea en una maniobra difícil y arriesgada que convirtió la línea aliada en una desordenada curva de buques amontonados que mostraban numerosos claros por donde podían colarse los británicos.

Nelson, con el viento a su favor, dirigió su flota dividida en dos cuerpos perpendicularmente hacia el centro de la caótica línea franco-española con el fin de cortarla e ir hundiendo y apresando sus navíos uno por uno. Fue la llamada “Táctica Nelson” o Nelson Touch. El resultado fue una horrenda carnicería al final de la cual 10 buques españoles y 13 franceses habían sido hundidos o capturados, 4.400 marinos muertos, 3.700 heridos y 7.500 hechos prisioneros (los ingleses perdieron 450 hombres y tuvieron 1.200 heridos). La única satisfacción para la flota aliada fue la muerte de Nelson, que fue alcanzado por un disparo de fusil desde el Redoutable. Los españoles, por su parte, perdieron entre otros muchos a Churruca, Alcalá Galiano y Gravina, sacrificados todos ellos bajo un mando incompetente.





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